La dieta proteica consiste en el consumo de alimentos con un alto contenido de proteína, que
a su vez ayudan a acelerar el metabolismo y lograr una pérdida de peso eficaz, dependiendo de otro
tipo de factores que también son de suma importancia. El cuerpo ingiere muy pocas calorías en este
régimen alimenticio lo que acelera la pérdida de peso.
Existe una reacción natural al decremento calórico, llamado cetosis. Dicha
reacción permite que el organismo queme grasas acumuladas como reserva para sus necesidades
energéticas, a partir del tercer día de llevarse a cabo este régimen alimenticio. De ahí el éxito
de la
dieta proteica,
pues se pueden perder hasta diez kilos en el lapso de un mes.
Las proteínas tienen un papel importante en el cuerpo humano, pues aportan
energía, defensas, regeneran tejido y regulan muchas funciones de los diferentes sistemas del
individuo. Pero la característica más importante cuando hablamos del tema de las dietas, es que los
alimentos que las contienen tienen la particularidad de producir una sensación de saciedad cuando
son consumidos, de una manera más rápida que otros tipos de alimentos y sumado a esto, la persona
puede sentirse satisfecha durante más tiempo.
Los alimentos con alto contenido proteico requieren de más energía para
metabolizarse y digerirse, por lo que el cuerpo quema más calorías al realizar esta función, a esto
se le conoce como termogénesis. Muchas personas acuden a este régimen alimenticio cuando van a
empezar a practicar ejercicio, dado que la proteína protege el musculo y evita su desgaste.
Con respecto al tema de su duración, la mayoría de los especialistas aconsejan
dividir la
dieta proteica
en fases para cuidar mejor el organismo. La primera fase que puede durar máximo diez días,
corresponde estrictamente a la ingesta de proteínas, sin añadir aún otro tipo de alimentos. En la
segunda fase se pueden agregar algunas frutas, con el objetivo de ayudar al intestino en la
digestión. Una vez alcanzado el peso ideal, vendrá la llamada tercera fase o de mantenimiento, en
donde se pueden agregar porciones pequeñas de todos los grupos de alimentos, pero sin abusar de
ninguno de ellos. Considerando que es en esta etapa donde observaremos los resultados y se evitará
volver a ganar el peso perdido.
Lo importante en la dieta proteica no son tanto las cantidades de comida, sino
que se consuma solamente alimentos permitidos como lo son: carne de ternera, codorniz,
perdiz, conejo, pollo, pavo (siempre sin piel, y si son carnes rojas deben de contener la menor
grasa posible), mariscos, pescados y vegetales. Algunos productos lácteos también pueden
consumirse, como por ejemplo los quesos bajos en grasa o desnatados.
Los alimentos no permitidos en la dieta proteica son: azucares, mieles o
cualquier otro tipo de dulce, pan y harinas, cereales, carne de cerdo, jamón o embutidos en
general, aguacate, bebidas alcohólicas, aceite y papas.
Un ejemplo básico de un menú diario de dieta proteica sería el siguiente:
- Desayuno: Una porción grande de proteína (huevo, embutidos, carne o
pollo), gelatina, queso bajo en grasa y café o té.
- Comida: Ensalada de lechuga y tomate. Una porción de proteína (carne,
pescado o pollo cocinado con aceite de oliva), arroz o pasta.
- Cena: Vegetales cocidos (menos papa o patata), otra porción de proteína
y té.
Las comidas pueden alternarse, aunque básicamente no hay muchas variaciones
debido a que su base principal son las proteínas. Hay quienes preparan platillos diversos de huevos
revueltos con otro ingredientes, pollo relleno con queso bajo en grasa o carne preparada con
jitomate y cebolla.
Lo recomendable es realizar tres comidas diarias, regularmente no se necesita
comer nada entre comidas, pues los alimentos permitidos generan gran sensación de saciedad que
permiten perfectamente pasar el tiempo de una comida a otra sin la necesidad de «picar» algún
alimento extra. Lo que sí se llega a presentar en los primeros días de la
dieta proteica,
es una sensación de antojo por alimentos dulces, esto es completamente normal, pues el cuerpo
solicita azúcar para aportarle energía, pero es aquí donde empieza la reducción de peso, así que es
mejor no ingerir azucares.
El consumo de agua es básico en este tipo de dietas, recordando que son los
líquidos los que ayudan a expulsar la gran cantidad de proteínas que estamos ingiriendo, apoyando a
nuestros filtros naturales del organismo a depurar y no presentar síntomas de los efectos negativos
de algunas sustancias. El agua debe de ser natural y en caso de tomar alguna infusión o té, no debe
ir endulzado.
Los fisiculturistas tienen que realizar esta dieta antes de una competición,
pues aumentan el número de sesiones de ejercicio y someten a los músculos a grandes cantidades de
trabajo. La dieta proteica contrarresta el cansancio y cualquier otro tipo de daño que pueda sufrir
el cuerpo en el entrenamiento y aporta tono muscular.
No está indicada para personas con afectaciones cardiacas, ni tampoco para
quienes tienen un bajo índice de masa corporal, y solo quieren perder unos cuantos kilos. Para este
tipo de casos, se recomiendo alguna otra dieta que pueda equilibrar los nutrientes esenciales para
el cuerpo. Embarazadas y en etapa de lactancia, también deben de abstenerse de realizarla.
Aunque los especialistas aun no logran ponerse de acuerdo con respecto a las
consecuencias de una dieta proteica, se sospecha de posibles daños renales, sobre todo cuando este
régimen tiene periodos de tiempo muy largos o se lleva al extremo. De igual manera un problema
constante es el aumento de estreñimiento y padecimientos digestivos, ocasionados por la poca
ingesta de fibra, por lo que es sumamente recomendable añadir semillas para ayudar a la
digestión.
Otro punto en contra es que es una dieta con un costo elevado, ya que la carne
en muchos países es costosa y la gran inversión económica hace que muchas personas no puedan elegir
a la dieta proteica como una opción por estar fuera del alcance de su bolsillo. Además, está el
inconveniente de que esta dieta requiere mucho tiempo y esfuerzo para su preparación.
Un chequeo médico general ayudará a tomar la mejor decisión ante cualquier duda
con respecto a qué régimen alimenticio seguir para lograr el peso ideal. La constancia y la fuerza
de voluntad serán también las mejores aliadas del individuo al adquirir nuevos hábitos en su
alimentación.